La ‘reaparición’ de Godín y el mensaje de Saúl: «Todos nos quieren matar»

La esperanza era otra noche mágica, repetir lo de hace un año en la ida contra la Juventus, un duelo con tantos paralelismos que hasta Diego Costa se recuperó in extremis para la ocasión (esta vez disputó el último cuarto de hora). No le quedaba otra que recordar aquello al Atlético -la ida, claro- para escapar del pesimismo de últimamente, de la falta de juego y resultados, de la eliminación copera, de lo lejos que están en la Liga el Real Madrid y el Barça… y de lo que lo asustaba el Liverpool de todos los récords. Una noche como la de aquel día, también en octavos, también impresionante el Wanda, su mosaico, su aroma a cita grande. Y un resultado final que, por supuesto, también hace soñar.

Aunque lo cierto es que en un año pasó un mundo por el club rojiblanco. Apenas Oblak y el centro del campo quedaban, pues Correa, Morata y Lemar salieron desde el banquillo ante Cristiano y compañía. Y el caso es que los tipos nuevos cumplían de sobra, estupendos los 90 minutos Renan Lodi por la izquierda, conteniendo las embestidas de Alexander-Arnold; espectacular Felipe. Imponente en el centro de la zaga, como poseído por el espíritu del mejor Godín, cuyo rostro, en una pancarta enorme, tuvo justo a su espalda en la primera parte. Fue tal su despliegue que hasta evitó que Oblak tuviera que hacer sus habituales milagros.

Hace tiempo que la afición del Atleti ha llegado a la conclusión de que el brasileño está siendo el mejor refuerzo de la temporada. De largo. Y eso le costó derribar la barrera de la titularidad. Sin arabescos, siempre en su sitio, con esa sabiduría futbolística que le hace estar siempre bien colocado, basculando como si tuviera una cinta métrica. Como cuando Salah disparó en el minuto 35, la única ocasión del campeón de Europa en toda la primera parte. El balón se estrelló en Felipe cuando todos se temían todo lo peor.

SAÚL, TALISMÁN

Lo de ex del Oporto fue todo un despliegue. Junto a Savic, fueron los capitanes del asedio inglés, que se intensificó todavía más a la vuelta de vestuarios. Aunque no llegó a ser dramático. Consiguieron que Firmino pasara todo lo desapercibido que puede pasar un tipo con su talento y su estado de forma. El peligro de los de Klopp -su nerviosismo en la banda se fue intensificando a medida que pasaban los minutos-, llegó principalmente desde el costado con Salah (hasta que le sustituyeron, en el 72). El egipcio tuvo en el 52 otra clara ocasión.

El otro gran nombre propio de la noche del Wanda fue Saúl Ñíguez -partió en el centro del campo, no en el lateral como se rumoreaba- y sus goles para la historia. Su tanto a la salida de un córner, cuando el duelo aún desperezaba, fue el décimo de su cuenta en Champions League, el quinto en eliminatorias. Sólo Griezmann, seis, le supera. También en el global en la máxima competición continental, donde Saúl es tercero por detrás del francés y de Luis Aragonés. Y sigue aumentando su propia leyenda: jamás su equipo perdió un partido cuando él fue el autor de uno de los tantos.

«Es el resultado del trabajo, de no dejar de creer, de persistir, de seguir trabajando, a pesar de que todo el mundo nunca cree en nosotros y nos quiere bajar de la cima. Nos quieren matar, nos critican mucho… Pero los que siempre están son los atléticos de siempre»El ambiente me ha recordado a las viejas noches del Calderón», pronunció nada más concluir el encuentro.

No logró el Atleti el segundo, como aquella noche ante la Juventus. La tuvo Morata realmente. Pero, mucho mejor que eso, tampoco sufrió como se podría esperar del ciclón Liverpool. Para rematar su partidazo, tenía que ser Felipe el que, en el descuento, despejara uno de los últimos centros desesperados de los reds.

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